jueves, enero 20, 2005

La visita a Barcelona

A mediados de Agosto de 2005 fui a ver a un reumatólogo especialista en EA, el Dr.Alegre, en su consulta privada, por suspuesto. Le preguntaré si me da permiso a poner datos más especificos de él, ya que me parece de una importancia extrema si has llegado aqui buscando soluciones a tu EA.
El Dr. Alegre me escucho, me hablo como te habla una persona que te quiere ayudar, y me dio esperanza. Y no esperanza en que todo se arregle, si no en que lo que el me decía era verdad, porque ya no me creía nada de los médicos. Bueno, miento. Lo único que había aprendido de ellos es que tenía que acostumbrarme a vivir con esta pesadilla. Que era un espondilitico, que mi enfermedad era crónica y que esto funcionaba así: te ha tocado, tienes que joderte.
Me dijo que iba a "tener una vida completamente normal" (palabras textuales) y lo dijo de una forma que me lo creí. Y lo hice porque hablando con él de mis sintomas, me entendió, sabia lo que sentía antes de que se lo explicase, y me hizo pruebas (flexibilidad, medición de giros de articulaciones, expansión de torax, ...) explicándome porqué medía cada una de esos parámetros. Y me dijo que esto había que pararlo, porque la enfermedad es degenerativa, así que cuanto más tardes en parala, peor estarás cuando te recuperes.
Me dijo que había que darme INFLIXMAB y empecé con el METROTEXATO. Pero lo mejor que me dio fue los supositorios de INDOMETACINA. Como no podía dormir, en vez de tomar pastillas a la noche, cuyo efecto se acababa en 4 o 5 horas; me dió supositorios ya que, según me explicó, los medicamentos se absorben de forma más gradual por via rectal. Eso consiguió que al día siguiente me levantase de la cama normalmente, casi un año después de la última vez, me levanté de la cama como una persona sin problemas. Por supuesto, me tumbé y levanté unas cuantas veces. La vida cambia mucho cuando lo primero que tienes que hacer según te despiertas es enfrentarte a un problema. Lo primero volvía a ser ir a mear. Eso hizo que creyese más en el Dr. Alegre, y lo más importante, volví a creer que podía estar mejor.